13 de Agosto de 1917
Los tres pastorcitos fueron secuestrados, en la mañana del 13 de agosto, por el administrador de Ourém, a cuya jurisdicción pertenecía Fátima. El pensó que los secretos de la Virgen hacian referencia a un evento político que acabaría con la República, recién instalada en Portugal.
Como ellos no revelaron nada de los secretos -a pesar de haber sido dejados sin comida, presos junto a criminales comunes y de haber sufrido una fuerte presión-, el truculento administrador acabó por desistir del intento y devolvió a los videntes a sus familias. Pero con eso, ellos habían perdido la visita de la Bella Señora, que descendía a la fosa de Iria, pero no los había encontrado.
Dos días después, sin embargo, la Virgen nuevamente se les apareció, en un lugar llamado Valiños.
Como las otras veces, se siguió el diálogo:
– ¿Para qué me quiere?
– Quiero que sigas iendo a Cova da Iria el día 13; que continúes rezando el Rosario todos los días. En el último mes, haré el milagro para que todos crean.
– ¿Qué es lo que Vuestra merced quiere que se haga con el dinero que el pueblo deja en la Cova da Iría?
– Hagan dos andadores. Uno, que lo lleve Jacinta y dos muchachas, vestidas de blanco; el otro, que lo lleve Francisco con otros tres niños. El dinero recolectado es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario; y lo que queda es para la ayuda de una capilla, que han de hacer.
– Quería pedirle la cura de algunos enfermos.
– Sí, algunos se curarán en el transcurso de un año. Rezad, rezad mucho; y haced sacrificios por los pecadores, que van muchas almas al infierno, por no haber quien se sacrifique y pida por ellas.
A continuación, como de costumbre, comenzó a elevarse y desaparecer en la dirección del naciente.